La participación ciudadana en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ha estado por encima de la media, entre 51.7 y 66%, desde 1980; sin embargo, el interés de los votantes estadounidenses parece disminuir considerablemente en las elecciones intermedias, alcanzando su punto más alto en 2018 con 50.9% y el más bajo en el 2014 con 36.7%.
Para la reelección de George W. Bush en el 2004, la participación ciudadana (60.1%) tuvo un incremento de 5.9 puntos porcentuales en comparación con la elección presidencial previa, sobrepasando el 60% por primera vez desde 1980. Esta participación fue revasada en la elección de Barack Obama, cuando se registró 61.6%. La histórica victoria de Obama, tras ser el primer, y único hasta ahora, presidente afroaméricano, se refleja también en el involucramiento de los votantes; hasta el momento, continúa siendo la segunda participación más alta en los últimos 40 años.
Sin embargo, su reelección presentó una recaída de tres puntos en la participación; misma que luego incrementó para la elección de 2016, donde Donald Trump consiguió el triunfo frente a Hilary Clinton. La llegada de Trump a la Casa Blanca pudo haber motivado a aquellos que hasta el momento se habían abstenido a participar, pues en 2022, 66% salieron a votar, dándole la victoria a Joe Biden.
Mientras la participación ciudadana aumenta en las elecciones presidenciales, las intermedias no incitan a las personas a salir a votar. Cada vez que la participación aumentaba, retrocedía en la siguiente elección. Es decir, los estadounidenses no suelen comprometerse tanto en la elección de sus gobernadores o congresistas como lo hacen con su mandatario.