LOS IMPUESTOS Y SU IMPACTO EN LA VIDA COTIDIANA

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LOS IMPUESTOS Y SU IMPACTO EN LA VIDA COTIDIANA

El tema de los impuestos es un asunto de constante debate y controversia en México. Este tema sin duda genera opiniones encontradas entre los contribuyentes. La percepción y opinión sobre el pago de impuestos no solo refleja la relación entre los ciudadanos y el gobierno, también aspectos culturales, económicos y sociales que impactan en la vida diaria de los mexicanos. En este análisis, exploraremos las diversas percepciones, motivaciones y emociones detrás del pago de impuestos en México, así como las implicaciones que tienen en la relación entre los ciudadanos y las autoridades.

Hablar de impuestos en México despierta una serie de emociones y posturas entre los contribuyentes, que básicamente podemos dividir en dos grupos. Por un lado, se percibe un descontento generalizado debido a la cantidad de dinero que se retiene de los salarios, que las personas expresan con frases como “es un gasto que me duele pagar”, pues tienen la sensación de que no reciben los servicios públicos correspondientes. Por otro, un segundo grupo de personas reconocen en primera instancia que pagar impuestos tiene aspectos positivos, aunque no tienen una comprensión clara de cómo les beneficiarán personalmente.

Ahondamos en la conversación con personas que pagan impuestos y detectamos que la principal motivación para pagarlos es el temor y el sentido de obligación, no les motiva pensar en los servicios que deberían de recibir a cambio. Entre los diferentes miedos que los contribuyentes tienen respecto al pago de impuestos destacan el temor a cometer errores en la declaración de impuestos que puedan llevar a consecuencias legales, así como la preocupación de no tener saldo a favor y tener que pagar más impuestos de los que ya se les retienen.

También identificamos un par de motivaciones más positivas, pero también basadas en el temor a las consecuencias de no pagar: hay quienes pagan impuestos precisamente para evitar problemas con las autoridades y quienes buscan deducciones para reducir el monto de impuestos que pagan.

Una vez que las personas son conscientes de que el pago de impuestos debe de ir acompañado de la provisión de servicios públicos, los contribuyentes nos dijeron qué servicios consideran prioritarios y calificaron como altamente prioritarios los que les brindan beneficios más cercanos o inmediatos. Salud y seguridad son los servicios que le brindan a las personas bienestar personal y que consideran más importantes. En el caso de los servicios de salud, las personas consideran que este sector carece de atención adecuada: hay escasez de medicamentos y falta de acceso para toda la población, especialmente en comunidades marginadas. Respecto a la seguridad persiste la percepción de atención inadecuada, pues todos los días las personas escuchan que los delitos prevalecen y no observan una disminución en la criminalidad.

Hay otro par de servicios que las personas identifican como importantes, porque contribuyen al binestar colectivo: el alumbrado público y la pavimentación. En la CDMX, la iluminación se percibe de alta calidad y los encuestados señalaron que les brinda seguridad contra la delincuencia. Sin embargo, fuera de la Ciudad de México, las demoras en las reparaciones y las carencias son evidentes. Respecto al estado de las calles, se cree que los materiales utilizados para pavimentar son de mala calidad: se deterioran rápidamente, lo que resulta en costos adicionales por reparaciones y se cree que falta asignar adecuadamente los recursos.Finalmente, el servicio público que las personas no prioritario son las vías federales, debido a su uso esporádico, además, los peajes se perciben como costosos en muchas zonas del país.

Cuando las personas se detienen a evaluar la calidad de los servicios públicos que reciben, los califican como deficientes, empezando por los de salud, donde hay falta de accesibilidad, calidad y cobertura. El abasto de agua es un tema urgente: aunque las personas declararon no haber sufrido escasez, pero sí han notado mala calidad durante varios años. Nuevamente señalaron que el alumbrado público es, en general, un buen servicio, pero hay demoras por parte del gobierno cuando se requiere reparar alguna luminaria. Sobre el estado de las vialidades, los contribuyentes destacan que las calles tienen baches que tardan en repararse, la calidad de los materiales utilizados se percibe como baja, pues los arreglos se deterioran rápidamente. El transporte público brinda un mal servicio y le falta mantenimiento.

Después de recibir estas respuestas, nos queda claro que las personas no están de acuerdo en lo que reciben a cambio del pago de sus impuestos, pero lo que no nos quedaba claro era por qué las personas, a pesar de estar tan inconformes, no se quejan. Encontramos que esto se debe a que no hay una cultura de exigencia y rendición de cuentas al gobierno, pues saben que las autoridades no darán soluciones a largo plazo. A esto se suma la falta de confianza en los gobiernos de todos niveles, porque se cree que no atenderán las demandas de raíz. Algunas personas temen represalias si se evidencian irregularidades ante las autoridades y otros señalaron que combatir la corrupción y el mal manejo de los fondos públicos es una batalla perdida. Además identificamos que el desconocimiento sobre la administración de recursos dificulta la rendición de cuentas, lo que ha dado como resultado una población general apática, resignada a la situación.

Como hemos mencionado en ocasiones anteriores, esta época electoral es un buen momento para reflexionar sobre diversos aspectos de la vida pública. En el caso de los impuestos, en un mundo ideal estos se deberían de usar para financiar servicios de calidad para la población; las y los contribuyentes deberían de recibir beneficios directos que mejoren su calidad de vida. Para que esto sea posible, es crucial que se promueva mayor conciencia sobre el derecho que tenemos como ciudadanos a exigir transparencia en la administración de estos recursos por parte del gobierno. Es fundamental fomentar una cultura de participación ciudadana activa y empoderar a los contribuyentes para demandar servicios de calidad y rendición de cuentas por parte de las autoridades. Solo así podremos construir un México más justo, próspero y equitativo para todas y todos.  

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