Para nadie es un misterio que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), antes conocido como Nacional Revolucionario (PNR) y de la Revolución Mexicana (PRM) disfrutaba del llamado ‘carro completo’ desde su creación en 1929 hasta principios de la década de 1990 al ostentar casi todos los puestos públicos disponibles; es decir, era el partido hegemónico casi por fuerza, casi por imposición.
Cada seis años los mexicanos elegimos por vía del voto a los 128 senadores que representan a las 32 entidades del país, aunque no siempre fue así, ya que hasta 1934 el número de senadores era de 29; la cuota subió a 58 entre 1934 y 1952. Posteriormente, entre 1952 y 1970 ya eran 60 senadores y 64 en el periodo entre 1970 y 1994. El gran salto se dio a partir de ese 1994 al duplicarse la cantidad y tener ahora a 128.
Más allá de los ‘chapulineos’ habituales que las bancadas de los partidos realizan una vez dentro de la Cámara Alta tras las elecciones, mostramos la conformación original del Senado conforme a cada uno de los resultados electorales, por lo que debe considerarse como el panorama inicial y no el final, aunque se muestra la conformación actual (2023) como comparativo.
La primera etapa del ejercicio desde 1932 hasta 1976 (Legislaturas XXXV a XLIX), todas las curules eran propiedad del PRI, incluso este dominio abrumador del tricolor podría extenderse hasta 1988; sin embargo, en el ínter el Partido Popular Socialista (PPS) encontró un pequeño lugar, y el primero distinto al PRI en las elecciones para el Senado de 1976, aunque nadie desconoce que el PPS era, por así decirlo, una sucursal o extensión del mismo PRI. De cualquier manera, fue el primer color distinto al verde que se nota en la gráfica.
Las elecciones de 1988 provocaron un cisma político de grandes dimensiones y que, al menos para el PRI, se vislumbraba como un punto sin retorno, ya que cuatro curules fueron ocupadas por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Podrían parecer pocas, pero fue el inicio de la diversidad política, y real, en México.
El primer golpe fuerte para el PRI en el Senado se dio en 1994, ya que perdió 33 posiciones (25 con el PAN y 8 con el PRD), bajando su dominio hasta 74.2%, una buena proporción para seguir comandando la Cámara Alta, pero esto se agravó para el tricolor porque en 1997 se aumentó a 128 el número de senadores y no sólo el porcentaje del PRI cayó hasta 60.1%, sino que además se agregaron a la Cámara 9además del PAN y PRD) el PT y el PVEM.
El descenso para 2006 fue hasta 25%, con lo cual el PRI ya había perdido tres de cada cuatro curules, en gran parte debido a que era ahora el PAN quien ocupaba la silla presidencial. Con el triunfo de Enrique Peña Nieto en 2012, el PRI recuperó un poco al subir a 40.6% y regresó a la mayoría, bajando las cifras tanto del PAN como del PRD.
En 2018 hubo un cambio radical para todos los partidos tradicionales en la Cámara con la irrupción de Morena, que en su primera participación se quedó con buena parte del pastel (42.9%), lo que provocó que el número de curules de los demás bajaran considerablemente, tanto que el PRI tuvo 10.1%, el PAN 17.9% y el PRD 6.2%.
Cinco años después, el porcentaje de Morena subió a 46.9%, hubo una desbandada de senadores priístas, el PRD cayó hasta 2.3% y el PRI ya sólo tiene 7.0%; es decir, pasó de tener todo a casi no tener nada, mientras que Morena parece presentar un efecto a contraflujo y podría lograr lo que en su momento el PRI fue.